martes, 3 de abril de 2012

El peaje.


Era una noche aburrida y tediosa como cualquier otra en el gris trabajo de un viejo cajero de peaje. Además esa semana le tocaba trabajar en el turno de noche  y el aburrimiento se multiplicaba en una de esas largas noches en las que casi no pasaba ni un vehículo. Su única compañía hubiese sido su compañero Ernesto, pero por desgracia a él esa noche le tocaba la entrada de camiones y vehículos pesados que se encontraba en la cabina más alejada.
Hacían mas de veinte minutos desde que pasó el último coche y estaba empezando a perder su lucha contra el sueño cuando a lo lejos apareció uno de esos coches tuning que parecían una atracción de feria con sus luces de neón y su música a todo volumen…
Escuchar Daddy Yankee a todo volumen a las cuatro de la mañana ya hubiese sido motivo suficiente para odiar al grupo de macacos que había en el interior del vehículo. Pero al bajar los cristales tintados de la ventanilla su repulsa aumentó al ver a un niñato de unos veinte años  con una camiseta sin mangas y el típico cuerpo de haberse machacado en el gimnasio aderezado con un poco de esteroides. Además tenía todo el brazo, el cuello y parte de la cara tatuados, pero lo más impactante de su aspecto de matón de discoteca era una funda metálica en los dientes superiores que hacía que su aspecto fuera incluso más amenazante y aterrador.
- ¿Qué pasa abuelo tengo algo pintado en la cara o qué?
Tras hacer la pregunta se escucharon unas risas de los otros  ocupantes del vehículo, debían ser unos tres  mas y cuando vieron que su “líder” se envalentonó aprovecharon para asomarse por las ventanillas para ver la cara de miedo del viejete mientras su amigo le  empezaba a molestar.
-  Vamos Tutankamón que no tenemos toda la noche ¿Cuánto es?
- Un euro y medio – contestó el viejo sin levantar la cabeza.
- ¡¡Pero serás ladrón!!! No me jodas cada día es más caro.
- Tiene usted razón señor pero yo no pongo los precios, yo solamente soy un “mandao”.
- Jajaja mira el viejales que educado que me llama de usted y todo. Me has caído bien Tutankamon, ¡¡¡Sal de la cabina que nos vamos de fiesta!!!
- Disculpe señor pero no puedo abandonar mi puesto.
- ¿Seguro que no te quieres venir? – El matón alargó el brazo y le  dio un billete de cinco euros para pagar el peaje.
- No, muchas gracias – le dijo el hombre que no levantaba la mirada del suelo de puro terror.
Mientras contaba el cambio que tenía que devolverle aprovechó para levantar la barrera, cuanto antes se fueran mejor.
- Aquí está su cambio señor – dijo tratando de no cruzar la mirada con él.
En ese momento un escalofrío le recorrió el cuerpo cuando sintió como una fuerte mano le agarraba de la muñeca.
- ¡¡¡Te vas a venir con nosotros quieras o no!!! – Mientras pronunciaba esas palabras sacó una cuerda y con un nudo que ya tenía preparado le ató la mano.
Sin mediar mas palabra el  matón aceleró su coche al máximo y salió quemando ruedas  mientras de la ventanilla salía más y más cuerda que debían tener enrollada dentro del coche.
El hombre paralizado por el miedo, intentó desesperadamente deshacer el nudo, pero era muy complejo y se notaba que lo habían preparado para resultar casi imposible deshacerlo.  No sabía cuanta cuerda había dentro del coche  y en cualquier momento recibiría un fuerte tirón que le podría arrancar el brazo o lo que es peor le arrastraría detrás del coche de los matones. Esa gente desalmada podrían  arrastrar su cadáver durante kilómetros antes de soltar la cuerda.
El hombre recordó que sus hijos le habían regalado una navaja suiza por el día del padre, una de esas multiusos que sirven para todo y en realidad no sirven para nada. Intentó en vano cortar la cuerda, pero parecía una de esas de alpinismo ultra resistentes y preparadas para soportar roces contra la roca y grandes tirones.
Su compañero de trabajo al escuchar sus gritos salió corriendo hacía su cabina sin saber que sucedía y al ver la cuerda atada a la muñeca de su amigo y como el coche se alejaba a toda velocidad se quedó petrificado.
Cuando todo parecía perdido, sucedió  lo que menos se hubieran podido esperar, el otro extremo de la cuerda salió por la ventanilla del coche que se alejó a toda velocidad…
Realmente la cuerda nunca había estado atada al interior del coche.  Tan sólo fue una broma macabra y de mal gusto con la que los matones pretendían darle el susto de su vida al pobre hombre del peaje.
Mientras su corazón bajaba el ritmo de pulsaciones, que a punto  estuvieron de causarle un ataque cardíaco, se dio cuenta de que del miedo se había hecho pis encima, pero la verdad es que eso le importaba poco cuando había visto tan cerca la muerte. Esa noche no volvería a pasar sueño en su turno.

jueves, 29 de marzo de 2012

La estatua del payaso.


Una niñera debe quedarse a cuidar el bebé de una familia que esa noche tiene una fiesta a la que no puede faltar. Antes de abandonar su casa la mujer detalla los cuidados que requiere su hijo y le facilita un número de contacto por si surge cualquier problema.
La chica ya ha trabajado durante semanas con el niño y tiene experiencia con muchos otros bebés. Pero desde luego esta no es su casa favorita, ya que el padre ha ido recopilando una colección de payasos de juguete en sus diversos viajes. Los muñecos le producen escalofríos cuando debe entrar al cuarto del niño para vigilarlo en su cuna.
La noche se presenta con normalidad hasta que de repente el bebé comienza a llorar en su habitación, por más cuidados y atenciones que le brinda, el niño no deja de llorar. La chica odia quedarse en ese cuarto porque siente como si todos los muñecos con forma de payaso la miraran fijamente mientras trata de consolar al bebé.
Para colmo el padre parece que ha comprado un nuevo payaso casi del tamaño de un niño, una pieza terriblemente realista que han sentado en la mecedora que muchas noches la niñera usa para calmar al niñito hasta que se duerme.
La chica tras mas de una hora intentando que el bebé se duerma decide llamar a sus padres para preguntarles si ha dormido la siesta más tiempo del debido y si le dieron el biberón que le correspondía antes de irse a la fiesta. Está desesperada por el incesante llanto de la criatura. La madre le indica que no existe motivo por el cual el niño deba llorar, pero que en todo caso le de un poco mas de leche y trate de dormirle meciéndole mientras descansa sobre la mecedora, así ella también podrá descansar.
La chica le pregunta si puede retirar de la mecedora el payaso nuevo y que donde debe dejarlo, la madre desconcertada le pasa de inmediato el teléfono a su marido.
El señor le pregunta como es la figura que le dijo a su esposa. Sin mediar mas palabras y profundamente preocupado le dice a la niñera que coja de inmediato a su hijo y cruce la calle hasta la casa de sus vecinos, una vez allí le debe llamar de nuevo.
La niñera asustada cumple las órdenes que le acaban de dar, entra en la habitación del niño, le recoge de la cuna y sin girar la cabeza hacia la mecedora para mirar al payaso se le lleva en brazos escaleras abajo hasta salir a la calle. Al llegar a la casa de los vecinos llama nuevamente al señor de la casa.
Este está realmente asustado y le contesta mientras conduce su coche a toda velocidad hacia su casa. Le explica que él nunca ha comprado un payaso de esas características y que probablemente alguien disfrazado entrara en la casa para robar, al sentir que subía las escaleras se sentara en la mecedora para confundirse entre la oscuridad.
La chica totalmente aterrorizada observa por la ventana de la casa de los vecinos como a los pocos minutos el pequeño payaso escapa con una bolsa probablemente llena de objetos de valor.  Por suerte, una hora después la policía,  gracias a su descripción, detiene a un enano que al parecer trabajaba en un circo ambulante y acostumbraba a entrar en las habitaciones de los niños para robar cualquier objeto de valor que encontrara mientras las familias duermen.

Las Gemelas.



Se dice que entre los hermanos gemelos hay un vínculo tan especial que cuando le sucede algo a uno de ellos el otro puede sentirlo. Un caso extremo es lo que les sucederá a las niñas de esta escalofriante leyenda urbana…
Había dos hermanas gemelas que se llevaban muy bien, como si hubiesen nacido siendo amigas: nunca se peleaban, rara vez discutían, compartían todo lo que podían, tenían las mismas aficiones y aversiones y hasta vestían parecido.
Toda su vida habían estado en un barrio tranquilo, una zona residencial algo alejada del ajetreo propio de tantas partes de la urbe. Aunque ahora por razones laborales, su madre les había dicho que debían mudarse a una zona distinta de la ciudad, una parte en la que había mucha más actividad y en consecuencia debían tener más cuidado.
Llegó así un día en que llamaron a la madre del trabajo y, a diferencia de tantos otros días, las niñas debían cruzar solas una calle bastante transitada. Como habían atravesado esa calle cientos de veces junto a ella, la madre pensó que podía despreocuparse de sus hijas y les dijo que tenía que irse rápido y que ellas podían cruzar solas sin problema siempre y cuando miren a uno y otro lado y estén bien atentas a los automóviles.
Las niñas siguieron el consejo de la madre y esta siguió su rumbo dándoles la espalda; pero, ni bien hubo caminado un par de metros, oyó un ruido espantoso, algo parecido al ruido que hace un coco al quebrarse.
Eran sus hijas, tendidas sobre el pavimento con las cabezas aplastadas y los cerebros  desparramados junto a esquirlas de hueso. A lo lejos un camión huía a toda velocidad,  el conductor probablemente distraído con el teléfono o quizás tras haberse tomado un par de copas a la hora de la comida, las arrolló sin tan siquiera reducir su velocidad. El imprudente conductor al sentir los cuerpecitos aplastarse bajo las ruedas del camión aceleró y no solamente no las auxilió, si no que además puso en peligro a otros conductores que pudieron sufrir un accidente al cruzarse con él en su desesperada huída.
Por desgracia todo el mundo quedó tan conmocionado que nadie tuvo tiempo de apuntar su matrícula por lo que escapó impune.
La madre lloraba desconsoladamente en medio del tráfico detenido, gritaba y agitaba sus cuerpecitos como esperando que se levantaran de nuevo y le ofrecieran una de sus sonrisas. ¿Cómo podría superar la pérdida de sus angelitos de tan solo ocho años?
Dicen que el tiempo es el mejor remedio y así fue… Era joven, tenía apenas unos 28 años y un par de años después, se quedó de nuevo embarazada. Casualidades del destino tuvo otra vez gemelas: el problema es que no lograba olvidar del todo a sus hijas fallecidas, sobre todo porque de alguna u otra forma sus nuevas gemelas —que ahora tenían justo la edad en que murieron las anteriores— le recordaban a sus primeras hijas.
Tenían tantas cosas en común que algunas veces incluso se equivocaba de nombre al llamarlas y estallaba en lágrimas al recordarlas…
Pero esta vez por nada del mundo descuidaría a sus pequeñas. Las tenía terminantemente prohibido cruzar la calle solas.
Un día sin embargo vio que mientras jugaban en el parque cerca de su casa se estaban acercando demasiado a la calle y, aterrorizada, les gritó para que se detuvieran, a lo cual ellas respondieron al unísono:
—No pensábamos cruzar, ya nos atropellaron una vez aquí y no volverá a ocurrir…

miércoles, 28 de marzo de 2012

Un loco anda suelto.


Cuentan que hace unos años un peligroso psicópata escapó de un manicomio, la policía advirtió por televisión y radio de la fuga del demente. Pero una pareja de enamorados que volvían de fiesta no escuchó el aviso…
El enorme y famoso manicomio de Ciempozuelos es un lugar al que han ido a parar lunáticos y trastornados de todas partes de España. Esquizofrénicos, paranoicos acosados por delirios de persecución, megalómanos e incluso peligrosos psicópatas que son enviados a sus instalaciones para evaluar su situación mental tras cometer varios asesinatos.
Un sábado, en una noche oscura, fría y lluviosa, empezó a correr el rumor de que uno de los locos más peligrosos y trastornados se había escapado del manicomio de Ciempozuelos. Dicen que era un psicópata que cometió crímenes horrendos antes de que lo detuvieran y, tras exámenes psiquiátricos, lo trasladaran de la cárcel al manicomio…
Las autoridades pidieron la colaboración ciudadana para su captura y en televisión y radio de daban continuos boletines y descripciones del demente. El mismo día en que el loco se escapó, una pareja de enamorados a punto de casarse estaba volviendo a casa tras pasar una noche de fiesta. No obstante, entre copas y bailes, a ambos se les había olvidado que tenían poca gasolina y así, pasada ya la una de la madrugada, el coche se les quedó sin combustible y tuvieron que parar al borde de la carretera.
Afortunadamente la gasolinera no estaba tan lejos, diez minutos de ida y diez de regreso y todo estaría arreglado.
La chica insistía en que podría ser muy peligroso pero el novio le hizo ver que alguien tenía que quedarse cuidando el coche, que volvería pronto y que nada pasaría porque aquella era una carretera muy segura y siempre pasaban policías. Finalmente ella se quedó tranquila y el muchacho se fue andando rápidamente.
Pero el tiempo pasaba, una lluvia torrencial había empezado a caer y en los veinte minutos que habían transcurrido no había pasado ni un solo policía. Y lo que era peor e incluso insólito: no había aparecido un solo vehículo mas…Llena de temor, la chica encendió un cigarrillo y empezó a fumar mientras miraba a su alrededor y ojeaba cada cierto tiempo el reloj.
Había pasado una hora entera cuando ya los nervios se habían vuelto inaguantables y el terror, se enroscaba como una gigantesca anaconda sobre su garganta… Pensó que habían calculado mal la distancia a la cual estaba la gasolinera, imaginó la posibilidad de que hayan cerrado la gasolinera y su novio haya tenido que caminar más buscando alguna casita al borde del camino en la cual pudiesen darle algo de gasolina: pero nada conseguía tranquilizarla..
A pesar del miedo, el sueño y el efecto del alcohol la hacía cabecear contra el volante en su empeño por no quedarse dormida. Luchó y luchó, despertándose y volviéndose a dormir una y otra vez hasta que finalmente se quedó con los ojos cerrados encima del volante…
Dos horas habían transcurrido desde que su novio partió cuando de pronto se despertó sacudida por unos golpes muy fuertes en el techo … Al abrir sus ojos vio horrorizada  que las ventanas y el vidrio delantero estaban repletos de pequeñas manchas de sangre. Gritando con todas sus fuerzas, salió corriendo a toda prisa del coche mientras los golpes seguían en el techo del vehículo. Nunca olvidará lo que vio aquel día, cuando ya un tanto alejada, miró hacia atrás y vio sobre el coche a un hombre con las blancas ropas del manicomio manchadas de sangre que golpeaba y golpeaba el techo del vehículo con la cabeza sin ojos de su novio …
La chica logró escapar y el loco, horas después del encuentro, fue detenido por la Guardia Civil, aún llevaba la cabeza en sus manos. Pero la locura engendra locura y quien fuera una feliz veinteañera a punto de casarse parece ahora una vieja de cabellos largos y despeinados. Su cordura no pudo soportar lo que vio y cada noche lluviosa el sonido de las gotas le recuerdan al que producía la cabeza de su novio impactando contra la chapa del techo y la sonrisa de macabro placer que adornaba la cara del loco mientras golpeaba y golpeaba el techo del vehículo.

martes, 27 de marzo de 2012

El bebé con mal aspecto.


Cuenta la leyenda que una azafata a la que le encantaban los niños en cierta ocasión detectó el caso más espeluznante que se recuerda en la historia de la aviación. Cuando tras acercarse a una madre con su bebé detectó algo raro…
Los viajes cruzando el Atlántico siempre habían sido los más odiados por Alicia, una azafata de una importante aerolínea internacional que desde hacía pocos meses había sentido como su instinto maternal se disparaba tras contraer matrimonio y el nacimiento de su primer sobrinito de menos de un año. Desde entonces no desaprovechaba ninguna ocasión para hacerle carantoñas y dedicarle unas palabras de cariño a cuanto bebé se cruzaba. Sentirse mamá aunque fuera por unos instantes la reconfortaba y animaba cada vez más en su idea de tener una gran familia que la esperara con los brazos abiertos después de cada vuelo.
A pesar del cansancio y el maldito ”jetlag” de esos vuelos transoceánicos en los que no daba tiempo a acostumbrarse al nuevo horario Alicia estaba especialmente feliz ese día. Tras diez días de trabajo con vuelos interminables y aburridas noches de insomnio en el hotel por fin llegaría a casa con su marido y disfrutaría de unos merecidos días de descanso.  Su alegría era claramente visible y dedicaba sonrisas y atenciones a todos los viajeros, incluso sus compañeros estaban sorprendidos de su alegría, sobre todo teniendo en cuenta que aún faltaban más de nueve horas de vuelo para llegar a Madrid.
Mientras avanzaba por uno de los pasillos del avión repartiendo las bandejas de comida, observó una mujer con cara de pocos amigos sosteniendo un bebé en brazos, tras ofrecerle el escaso menú (pollo o carne) le preguntó por la criatura que estaba dormida.
- Pobrecito debe estar muy cansado, ¿necesita usted algo para que el bebé descanse mejor? ¿una manta extra o tal vez calentar el biberón cuando se despierte?
- No gracias – Respondió la mujer con el ceño fruncido, una respuesta tajante y tan escueta que dejó claro que no quería que les molestasen.
Alicia continuó avanzando por el pasillo mientras insultaba mentalmente a la mujer a la que había ofrecido ayuda y la había tratado como un desecho.
Al acabar de repartir las bandejas le comentó a uno de sus compañeros lo impertinente que había sido con ella y éste le dijo que a él le había pasado algo similar cuando trató de ayudarla a subir la maleta, se había llevado un empujón por ser amable y acercarse a ella. Al parecer la mujer era una maleducada de mucho cuidado.
Varios minutos después comenzó el turno de recoger las bandejas y restos de comida así que Alicia decidió dar una segunda oportunidad a la mujer, al fin y al cabo el bebé no tenía la culpa del comportamiento de su madre.
- Espero que la comida haya sido de su agrado – Le dijo Alicia con una sonrisa forzada – Si desea cambiar el pañal al bebé tenemos en la parte posterior del avión una mesita habilitada para tal efecto.
-Ya le dije antes que no necesito ninguna ayuda – Contestó la impertinente mujer.
Alicia a estas alturas ya había declarado su odio a la señora y furiosa la observaba cada minuto como esperando que infringiera alguna norma para llamarle la atención. Pero la mujer prácticamente no se movía ni para pestañear y lo más curioso, su bebé permanecía dormido desde hacía más de seis horas sin tan siquiera haber recibido un cambio de pañal o tomado un biberón. La azafata que había hecho de niñera de su sobrino en más de una ocasión sabía de sobre que con pocos meses los bebés son como esponjas y comen cada tres horas y si no se les cambia el pañal con asiduidad se les puede irritar el culito.
Alicia decidió acercarse una vez más para comprobar que la criatura estuviera bien. La mujer había cerrado los ojos y se había dormido con el bebé en brazos y la mantita que cubría a la criatura se había desplazado un poco dejando su cabecita al descubierto.
Alicia aprovechó para mirar la carita de lo que parecía un bebé de no más de dos meses de edad. Su piel estaba pálida y su carita parecía hinchada, además desprendía mal olor, por lo que supuso que se habría hecho caca encima y su descuidada madre no se había dado cuenta. Decidió despertar a la señora para advertirla.
- Disculpe señora – dijo mientras tocaba levemente el hombro de la mujer – Creo que el bebé se hizo caquita ¿quiere que le habilite la mesita para cambiarle el pañal?
- No moleste mas, ya le dije antes que no necesito ayuda.- La mujer al ver que su bebé estaba destapado rápidamente le volvió a cubrir con la manta toda la cabecita.
- Pero señora si no cambia usted el pañal al bebé puede ocasionar molestias a los otros pasajeros y lo que es peor puede provocar una irritación de la piel a su bebé.
- ¡No me va a decir usted como cuidar a mi hijo!, ¡Váyase inmediatamente o le pongo una denuncia al bajar del avión!
Alicia se fue cabizbaja hacia la cabina del avión, tenían terminantemente prohibido discutir con un viajero sin la presencia del jefe de cabina. Tras contarle a su jefe la situación ambos regresaron al asiento de la señora.
- Buenas noches señora – dijo el jefe de cabina con la voz más dulce que podía – Quisiera informarle de la posibilidad de cambiar el pañal a su bebé de una forma más cómoda en la parte trasera del avión y le ruego que lo haga para evitar molestias a los otros pasajeros.
- Ya le he dicho a la chica que cambiaré a mi hijo cuando yo quiera ¡¿Quiénes se creen ustedes para ordenarme lo que tengo o no que hacer?!
- Señora por supuesto no le estamos ordenando nada, pero como usted leería al comprar el billete de su infante es su obligación mantener la higiene de su hijo y traer con usted el alimento que este precise. En todo caso le informo que existen preparados de leche a bordo del avión y si necesita le podemos preparar uno.
- Si no me dejan de molestar les pondré una denuncia y le diré a mi marido que es abogado que se encargue de que nunca más vuelvan a volar.
- Disculpe señora pero creo que está usted confundiendo lo que es una muestra de preocupación y nuestra obligación como tripulantes con una orden o mandato. Únicamente le estamos informando de las que son sus obligaciones.
La mujer en este punto de la discusión estaba tan acalorada que se había olvidado de tapar de nuevo la cabecita del bebé y el olor se hizo aún más insoportable. Además el color que con la oscuridad de la cabina en las horas de descanso parecía pálido en realidad era mas bien tirando a violeta o un morado claro y se podía observar que en efecto el bebé tenía muy mal aspecto, hinchado y totalmente inmóvil.
Los tripulantes se quedaron mirando fijamente al niño y la madre al darse cuenta le tapó de nuevo.
- Señora su bebé tiene mal aspecto es nuestra obligación comprobar el buen estado de salud de todos los ocupantes del avión ¿me permite que le revise?
- Usted no va a tocar a mi bebé ¡pederasta asqueroso!
- Señora me veo obligado a pedirle que me permita comprobar que el bebé se encuentra bien o deberé informar al capitán.
- Llame usted al presidente si quiere pero no van a tocar a mi hijo.
El jefe de cabina le pidió a Alicia que se acercara a la cabina y le comunicara al capitán  todo lo que había pasada y que un pasajero se negaba a seguir sus indicaciones. El capitán pidió un relevo a uno de los copilotos y se dirigió al asiento de la señora.
- Buenas señora, mi nombre es Armando Fuentes y soy el capitán de este vuelo. Como máxima autoridad de este avión le solicito que inmediatamente permita a los tripulantes revisar el estado de salud de su hijo o me veré obligado a advertir a las fuerzas del orden del país de destino para que le estén esperando al aterrizar el avión.
- Capitán usted entenderá que no quiero que personas desconocidas toquen a mi hijo – dijo con cara de asustada- yo misma iré al baño y cambiaré a mi bebé. Perdón.
- Alicia acompañe usted a la señora al baño y cerciórese de que cumple con mis indicaciones. – dijo el capitán.
Alicia sabía que algo no iba bien, es imposible que ningún bebé duerma tantas horas sin tomar un biberón, recibir un cambio de pañal y lo que es más importante con varias personas gritando a su alrededor. Así que mientras la mujer se encerraba en el baño con el niño decidió espiar por una rendija de la puerta (por suerte para ella la puerta estaba parcialmente rota). Lo que vio dentro la dejó sin habla, la mujer desnudó al bebé y un olor pútrido salió por la rendija, el niño estaba totalmente morado y una gran cicatriz le cruzaba todo el pecho, no se movía ni hacía ningún gesto.
Alicia dio un grito desgarrador y uno de sus compañeros, mucho más fornido que Alicia, empujó la puerta hasta abrirla por la fuerza (tan nerviosos estaban que ni recordaron que tenían una llave). La mujer se abalanzó contra ellos dejando caer al bebé al suelo y gracias a la ayuda de un pasajero pudieron inmovilizarla.
El capitán comunicó al aeropuerto de destino que estuvieran esperando las fuerzas de seguridad, el bebé estaba muerto y las continuas negativas de la madre a recibir ayuda se debían a que intentaba esconder su estado.
La policía al revisar al bebé se llevaron una desagradable sorpresa. Habían sido vaciados todos sus órganos internos y dentro de su cuerpecito cosido con hilo quirúrgico había gran cantidad de droga. La supuesta “madre” al entrar en el baño lo que planeaba era tirar por el wc toda la droga que había en el interior del niño muerto para evitar ser capturada por la aduana y enjuiciada por narcotráfico.

domingo, 18 de marzo de 2012

El origen de Halloween.

El origen de la leyenda es céltico, y nos cuenta como no solo los espíritus eran libres de vagar por la Tierra la noche de Halloween , y los entes de reinos espirituales también. 


Entre ellos había un ser malvado que iba de casa en casa pidiendo: “truco o trato”.


Esta leyenda cuenta que la mejor opción era el trato, sin importar cual sea, porque si nos negábamos al espíritu de “Jack O’Lantern” (de ahí las calabazas encendidas) este usaría sus poderes para hacer un truco, que consistía en maldecir la casa y sus habitantes. 


Para protegerse, se comenzó a crear calabazas con formas horribles, para evitar el encuentro con este ser.

martes, 13 de marzo de 2012

Bienvenido al mundo del sida.


Juan era un hombre casado, con dos hijos, el típico padre de familia. Un día tuvo que desplazarse a una convención de trabajo, lejos de su ciudad. En algunas ocasiones tenía que hacer acto de presencia en congresos y exposiciones para conseguir nuevos clientes. En esta ocasión viajó junto a otros compañeros a una ciudad que desconocemos.
Como sucede en estas convenciones, Juan acudió a la salida del congreso a una cena con los compañeros y con algunos conocidos clientes. Después de la cena acudió a una sala de fiestas a tomar la última copa. Estando en la barra vio aparecer una chica guapísima, de las chicas que no suelen verse muy a menudo. Todo el mundo quedó maravillado por su belleza, pues no solo tenía un rostro precioso, sino que su cuerpo era perfecto. Al parecer la chica venía sola y parecía algo triste. Ella se acercó a la barra donde estaba Juan y pidió una copa.
Sus miradas se cruzaron y una leve sonrisa dio pie a cuatro palabras de cortesía. Juan no era de los típicos hombres que intentan seducir a las mujeres de forma descarada. Él simplemente quería conversar con esa preciosa mujer. Empezaron a hablar, a reír, se contaron sus vidas y los vasos vacíos iban acomodándose en la mesa.
Juan, seducido por tan maravillosa chica le ofreció tomar una última copa en el bar del hotel donde estaba hospedado. Ella aceptó con una mirada de complicidad. Como era de esperar Juan y la chica misteriosa pasaron la noche juntos.
Cuenta el relato que se dejaron llevar por los instintos más carnales, sin pensar, sin tomar precauciones, puro instinto sexual.
Al día siguiente Juan abrió los ojos y vio que la chica no se encontraba a su lado. Se levantó con los ojos entre abiertos y un leve dolor de cabeza por los efectos del alcohol. Juan fue al baño para ver si la preciosa chica estaba en él.
Fue entonces cuando Juan vio que en el espejo del baño había un texto escrito con pinta labios.
Juan cayó al suelo, pálido, con cara de terror, un grito de miedo surgió de todo su ser. Pero ¿Qué texto había escrito en el espejo del baño?
El texto ponía: ¡Bienvenido al club del SIDA!
Existen otras versiones de desconocidos que contagian voluntariamente el SIDA a personas aleatorias, en otra versión aún más escalofriante un loco aprovechando las multitudes y aglomeraciones de personas en discotecas, conciertos e incluso en trasportes públicos aprovecha la confusión para inyectar su sangre con una jeringuilla, un leve y rápido pinchazo que salvo por un fugaz dolor y una marca roja en la zona suele pasar desapercibido y olvidado a los pocos minutos. Sólo en contadas ocasiones cuando la aguja se rompe al pinchar a la víctima esta se da cuenta de que probablemente contraerá la mortal enfermedad antes de que un médico se la diagnostique.